domingo, 7 de diciembre de 2008

Julieta de domingo


Eran las siete cuando sonó el teléfono. No debía estar durmiendo tan profundo porque lo escuche. Me vi llegando tarde a no se dónde, como el conejo blanco de Alicia. ¿Hola? Un timbre de ilusión prematura. Vení a dormir a casa.


Sin entender mucho arrancó, bajo lluvia y dudas. Cada gota contra el parabrisas como golpe de tambor africano que retumba en el corazón. En la selva vibran las entrañas y los Baobab se retuercen serenos en la boca del estómago. Apurate, le dijo, te espero abajo.


Hacía 2 meses que no nos encontrábamos. No así. El desorden y la mugre reinaban en la planta baja y subimos sin escalas. No mires me dijiste, es un asco. Y como dos paraguas que se encuentran en libertad, o Libertad, bailamos una sinfonía de chocolate entre las sábanas, dos metros más allá un ventilador de pie. De pie y en silencio, como mueren los árboles…o así lo pintó Casona alguna vez en un bar, deprimido y con un whiscacho en mano mientras soñaba Jacarandás.


Era tarde y sus ojos. Entraba mucha luz y a ella le costaba dormir, eran tandas de 20. Bloqueó el tintineo de la cortina contra la ventana, lo eliminó del panorama y riing riing el celular. Como piecita o engranaje se hizo parte de un todo dominante que era el microespacio que compartió con él un domingo de ficción literaria. Cómo te dejas llevar Julieta.


Faltaba una medialuna con jamón y queso y estás distinto. ¿Por qué distinto? No sé, eso es algo que tendrías que contestar vos no te parece? Me buscaste un chocolate, a falta de medialuna. Si tuviese una cámara te sacaría una foto; estás como linda (¿Cómo?) nerd y divina. Te miro y me decís que tenga cuidado, que si no dirijo mis pupilas con moderación me puedo enamorar. No te preocupes y una risita. Esa curvatura de labios y aire que se escapa es mitad por tu comentario mitad arrogante y mitad en broma, y mitad porque ignorás que no cometo el mismo error dos veces.


Él le dijo que le gustaba la confianza que compartían. Un vínculo más que meramente transitorio de comodidad cómplice. Un beso le recorrió la espalda arqueando cada milímetro a su paso. Ella pidió masajes y se los quisiste cambiar por más de esos exploradores cual feria Americana. Esto también cuenta como parte de la espalda? Y con los masajes tan cerca de la realidad como las medialunas, bajó a buscarte jugo y se encontró con un panorama un tanto distinto. En reemplazo de la roña producto de la noche anterior, una mesa sin botellas y 12 vasos limpios decoraban la escena. ¿Linda vos ordenaste todo?



Caminábamos por una zona teatral y deseaste en voz alta que con un “¡Limpio!” en tono comandante, el departamento fuese inundado por los ratoncitos de Cenicienta y volviese a la pulcritud. Eso me hizo acordar me olvidé de contarte, cuando nos íbamos escuche que la escoba le decía a la pala que el trapo es un reverendo pajero

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Penelope = trapo.

Penelope dijo...

eso desde ya
Igual, de onda no?
tanto bardeo pero no aportas un carajo
Nada más interesante que hacer?
No te cabe, deja de leerlo nadie te obliga

chupate esta mandarina dijo...

Volver.

Anónimo dijo...

Si, provocarte con la mirada, pelearte con mi palabra, perderte con la corazonada, y seguir jugando con la suerte echada.

"To see the world in a grain of sand.."

Sabrás quien soy.

Penelope dijo...

nunca me cabio ninguna duda.

No voy a ceder ante suertes que no favorecen lo que debe ser. And you know it.

Tengo una para vos, a ver si te suena..

If the doors of perception were cleansed every thing would appear to man as it is, infinite.