domingo, 29 de julio de 2007

Noches de Abril

Un café frió sigue esperando en esa mesa de la confitería de Córdoba y Serrano. Sí, sí, esa, la chiquita y poco concurrida en la que anidan los personajes del tradicional Buenos Aires. El habitué nr. 1 es uno de los tigres viejos y galantes que se mantienen fieles al whisky en las rocas y los cubanos. Que escuchan a Gardel y saborean filmes de Chaplin. Manos grandes, un primer botón deshecho y el brillo autocomplaciente de intimidación seudo intelectual.
Josefina llora, porque perdió un amor una noche de Abril. Se la pasa mendigando su amor y su noche, buscando entre el olvido los vestigios de un vestido de satén rasgado, azul y con puntilla. Abril ríe victoriosa.

- Reintégreme mi desamor, don Juan Carlos, si lo encuentra le regalo un tango.

Los tangos no se regalan Josefina, entiéndalo. Es un préstamo. Le presto mi corazón para que baile con él, pero después devuélvalo porque se viene la segunda tanda y el tango no espera.





Escribo estas mierdas porque no estás y te extraño.

sábado, 21 de julio de 2007

Algo de Chaco

El comienzo del nuevo día lo marcan los primeros rayos tímidos de mañana de julio en el descampado. Se derrite en cámara lenta la escarcha, hija de la helada de anoche. El despertador desincronizado canta a las nueve en vez de a las cinco, y su pareja cacarea indiferente.
Un camino. Kilómetro tras kilómetro de tierra que converge y desaparece en un punto lejano y final. Quietito y semicongelado, el algodón de los campos se dobla pero no se quiebra, inundando las hectáreas como maíz inflado gigante. Acá, donde una tonelada de este oro blanco equivale a 400 pesos o menos, no llueve hace nueve meses. Los pozos se secan, las cosechas marchitan y el ganado muere. La única fuente de agua potable es la escuelita rural a la que asisten los niños que viven en un radio de 20 km de la misma. A caballo o en bicicleta los más lujosos y a pie los demás, los chicos no van a la escuela atravesando el campo en alpargatas y con 2 grados, solamente por el deseo de aprender. Acá comen, 3 veces por semana. Y no más. Porque mientras en el interior los hijos de la patria mueren de hambre y frío, Kristina compra tapados en Channel.

lunes, 16 de julio de 2007

Apologia de dolores.


Dolores sonrió. 2 Meses hacía ya que sus músculos habían olvidado la contracción que dibujan los labios al sonreír. No era felicidad sin embargo. Mustia, como algo que se desintegra. Algo...
Medio percudido el recuerdo de un amor desnutrido crispó los pelos desnudos de la nuca. El escalofrío que trepa por la columna, paralizando las vértebras hasta la inutilidad.
Camina sola por Malabia, se cura con el aire Palerminiano que le resulta terapéutico.
Frenó, aceptó la amargura como un accesorio más, tragó con dificultad y escrutando los alrededores para asegurarse de evitar testigos incriminadores, esbozó esa primera sonrisa desfalleciente con un poco de dolor. El tipo de dolor por falta de costumbre, por olvido.
Es de esas personas que le hacen a uno mirar hacia el otro lado Dolores, aunque no se comprenda del todo por qué. Su propia disconformidad induce una confianza soberbia que incomoda a quienes no entiende.
De todos modos, ese sábado Dolores entendió. Que el amor no siempre es de a dos, y que de vez en cuando encuentra la forma de quebrar ilusiones. Sonrió como quien comprende, y encuentra eso que se halla solo cuando no se busca. Dejó que el malestar invada cada fibra de su ser, que conviva. Le hizo un lugarcito en su cuerpo a la amargura, al gustito de la urgencia que no responde.
Y Dolores sonrió mientras la lágrima de julio se congelaba junto con su corazón marchito.

martes, 3 de julio de 2007

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