sábado, 21 de julio de 2007

Algo de Chaco

El comienzo del nuevo día lo marcan los primeros rayos tímidos de mañana de julio en el descampado. Se derrite en cámara lenta la escarcha, hija de la helada de anoche. El despertador desincronizado canta a las nueve en vez de a las cinco, y su pareja cacarea indiferente.
Un camino. Kilómetro tras kilómetro de tierra que converge y desaparece en un punto lejano y final. Quietito y semicongelado, el algodón de los campos se dobla pero no se quiebra, inundando las hectáreas como maíz inflado gigante. Acá, donde una tonelada de este oro blanco equivale a 400 pesos o menos, no llueve hace nueve meses. Los pozos se secan, las cosechas marchitan y el ganado muere. La única fuente de agua potable es la escuelita rural a la que asisten los niños que viven en un radio de 20 km de la misma. A caballo o en bicicleta los más lujosos y a pie los demás, los chicos no van a la escuela atravesando el campo en alpargatas y con 2 grados, solamente por el deseo de aprender. Acá comen, 3 veces por semana. Y no más. Porque mientras en el interior los hijos de la patria mueren de hambre y frío, Kristina compra tapados en Channel.

3 comentarios:

Unknown dijo...

y nosotros gastamos plata en la banda ancha.

Álvarez Gómez dijo...

Hola.

Guido dijo...

Primero de todo, pido disculpas y anticipo las muchas próximas con un hecho: cuando entro a un blog y el último post ya lo leí, en la mayoría de los casos no relero los comentarios, así que hasta recién (que lo hice de casualidad) no había recibido su respuesta. Sinceramente, a esta altura ya no sé de qué hablaba cuando mencioné lo de llorar en invierno, pero es posible que haya estado proyectando mi sutación corriente (de ese supuesto momento, que por suerte parec haber cambiado) en respuesta a los problemas de Dolores.

Ahora, volviendo al presente...
Viajar en colectivo suele ser muy bueno, al menos que sea un 60. Yo también escribí algo sobre ese tema, y lo puede encontrar en el suplemento de febrero de mi propio blog, aunque ése es el original, y sufrió unos tantos cambios, pero son detalles. De cualquier manera, tampoco yo me jacto de mi calidad literaria, así que si retiene el mensaje general, el objetivo está alcanzado. Ja!

Ay, eso de tener cojones debe ser la causa de mi pena máxima, los cojones son mi némesis. Ja, suena gracioso así. Pero... siendo que no soy en absoluto machista, por qué es que uds no se pueden poner un poco las pilas también, che?

Ah, y, Cajadegoma, nosotros no tenemos el poder que tiene Kristina como para proponer cambios. Y si cada uno propone el cambio, es tema suyo, pero seguro que la manera no es dejar de usar la banda ancha que por alguna razón somos capaces de pagar, o nuestros padres al menos.

La corto acá porque tengo sueño.
Me cae usted muy bien.

Saludos!


Guido